La rosarina rompió un largo silencio para hablar de su lesión y del esperado regreso al circuito de la WTA.

Nadia Podoroska superó la pesadilla de las lesiones y, en Wimbledon pasado, volvió al circuito oficial después de diez meses se inactividad. Este mes participó en su primer Grand Slam en casi un año en el US Open, donde perdió en la primera ronda de singles ante la eslovaca Anna Schmiedlova y alcanzó el segundo turno en dobles, en pareja con la egipcia Mayar Sherif.

La rosarina de 25 años dejó atrás una tendinopatía proximal en el isquiosural derecho, un dolor en el tendón del músculo de la cara posterior del muslo, muy cerca de la cadera. Fue una lesión de difícil identificación para ella y su equipo de trabajo.

“Es un proceso lento el que voy recorriendo, pero irme rápido de un torneo como el US Open me deja con sabor a poco. Necesito ritmo, ganar partidos, tener partidos más cerrados, algo que en las últimas dos semanas no lo pude lograr”, analizó en diálogo con La Nación, en su primera entrevista después del inicio de la inactividad.

Así lo explicó la propia Podoroska, que jugó el US Open con el ranking protegido por lesión: “Empecé con molestias a principio del año pasado, en marzo, pero como tengo una lesión en la cadera pensaba que era eso, una sobrecarga del lado del isquiotibial. Después vimos que el dolor seguía evolucionando y era evidente que no era sólo eso. Cuando paré de jugar pudimos tratar la lesión y vimos que era una tendinopatía del isquiotibial y no la cadera. Pero se hizo difícil porque jugué casi todo 2021 con esa molestia y mientras forzás el cuerpo se resiente por todos lados”.